Monday, July 03, 2006

llevo tantas banderas que son mías y otras tantas ajenas: las noches de Europa y los domingos de Plaza Francia, los silencios dulces de Traful, la magia esférica, cuyos vértigo y gloria, por pequeños que fueren, siempre son infinitos en el momento exacto de su suceder, el sexo, con su belleza digna de Klimt y la bebida y la comida y el exceso siempre en su justa medida

esas cosas son yo, me han hecho a su imagen y semejanza en unos cuántos años más que seis días, claro, pero para qué el apuro, si todavía ni está puesta la mesa
volver es no haberse ido, porque irse es irse para siempre, si total el tiempo es como una película que pasan en un proyector roto, más lento, más raudo, aleatoriamente exacto o exactamente aleatorio, da igual

volver, además, con la urgencia del deseo a paso de ambulancia