un segundo antes de que sea el fin, cuando las corolas de las flores revienten de bulimia y desesperanza, cuando los animales ericen la pelambre y muestren sus ejércitos de dientes blancos furibundos, cuando los ladrones, los tahúres y las putas arrojen carcajadas de sangre entre las frutas de los puestos nocturnos de París, cuando las plumas de los escritores rindan confesiones descarnadas a los pies de cualquier canillita de barrio, cuando el mundo y su maravilla sean un solo tren pesado y negro embistiéndonos de dolor engangrenado
quizá entonces te conmuevas cuando te diga que te quiero
quizá entonces te conmuevas cuando te diga que te quiero