Wednesday, November 30, 2005

a veces pienso que vivir es como correr con los cordones desatados: uno avanza esperando el tropiezo y la subsecuente caída y cuando se cae, porque finalmente nos caemos, uno se levanta y nunca, pero nunca jamás nos olvidamos de olvidarnos de atarnos los cordones y así nuevamente todo, ya lo ha dicho Borges, ya lo han dicho muchos otros, Moebius, por ejemplo, quienquiera que haya sido, y también, por qué no, se me ocurre mezclar a Sábato en el embrollo de mis ideas y pensar que la vida es como una red de túneles circulares no conectados, pero desde los que a veces uno se cruza con el otro pobre corredor solitario del túnel contiguo y nos saludamos o insultamos a través de una ventana chica o grande, diáfana o sucia, y somos nuestros túneles casi tangentes, nuestros ochos acostados, nuestros cordones que no sabemos atar
no termino de saber si escribo para entender algo acerca de algo, acerca de qué, o si realmente, no sé, escribo para aprender a hacerme las preguntas que me mueven a empellones por esta línea de vida llena de tangentes y secantes

también es probable que escriba porque no sé hacer muchas otras cosas moderadamente bien, porque escribir es mi disco-que-me-llevaría-a-una-isla-desierta, porque las cosas que me salen de dentro me salen en forma de palabras, a veces de oraciones o de párrafos, pero menos seguido

escribo y las palabras son migas de pan que voy dejando por el camino para poder volver, pero los gorriones, los inefables pájaros del tiempo se las van comiendo y nunca vuelvo, excepto algunas veces, pero por casualidad o quizá porque no tengo alternativa

y cuando escribo, como ahora, siento a la sangre bullendo en la punta de mis dedos y sé que estoy viviendo, aunque precariamente, aunque sedentariamente, aunque tanto aunque, aunque tanta soledad que llevo como un tatuaje, pero del lado de dentro
vamos caminando lento, a veces al trote, a veces corriendo por esta galería de atrocidades, a veces museo, a veces jardín, esquivando tragedias, a veces alegría, solos en ambos extremos del hilo y a la vez somos el hilo y esperamos a Teseo y esperamos llegar al centro del laberinto y esperamos y respiramos, a veces no, a veces menos, a veces todo es como si, pero a veces no, a veces lluvia, a veces sol, todo parte de la misma frazada metafísica de la que a veces nos quedan los pies afuera

Thursday, November 03, 2005

amor, quiero hundir mi mano en las heridas de nuestro cuerpo y lamer de tu boca el hálito de los días buenos